lunes, 30 de noviembre de 2015

ALEJANDRO GUTERMAN


Los primeros fueron dos hermanos llegados a Ciudad Bolívar a fines del siglo pasado procedentes del sur de Alemania. Se llamaban Carlos y Alexander, pero sólo el primero tuvo descendencia antes de que ambos fuesen tragados por la selva del Río Negro.

La rama sobresaliente del árbol genealógico de los Guntermann en Guayana es la de Alejandro Gutermann Barazarte, de vida accidentada pero superada por una profesión que alimenta el estudio constante y unas ganas de vivir a toda prueba.

 Por las venas de Alejandro Guntermann Barazarte corre sangre teutónica y sangre india deltana, pero es de sangre RH negativo, lo que quiere decir que podía tener hijos, como en efecto los tuvo, con una mujer que RH positivo, seria lo contrario. Efectivamente, fue lo que ocurrió con su padre Alejandro Guntermann Battistini que era RH positivo y su esposa Florinda Barazarte, RH negativo. Por esa contrariedad sanguínea la eritroblastosis mataba los hijos antes o inmediatamente después de nacer, por lo que Alejandro viene siendo algo así como un milagro de la sobrevivencia.

Profesional integro que si bien tuvo suerte de salvarse de la eritroblastosis, no así de ser bípedo por toda la longitud de su existencia, pues sufrió accidente de salud que paisanos atribuyen a la vida disipada llevada a fines de los años cuarenta con jóvenes de su generación como Vicente Trotta, Luis Goubat y Domingo Alvarez Rodríguez (el primero fue presidente Edilicio y gobernadores los otros).

 Lo cierto es que eso poco vale ante su extraordinaria fuerza de voluntad para sortear el peligro y vencerlos con una vida activa de trabajo, apoyada en su profesión de ingeniero civil egresado de la Central el 12 de enero de 1946. Su profesión la ejerce cabalmente y su fama quizás viene por lo asertivo de sus cálculos. Vive tranquilo y sin la premura subrayada por el tráfago peculiar de la sociedad temporánea. Vive sin incomodidades aparentes, con su esposa Ana e hijos. Manda y despacha en el traspatio de su casa levantada cuando la hoy avenida Andrés Eloy Blanco era monte y culebra. Allí monto una oficina custodiada por canes y feroces, pero con acceso hacia una trasversal cuya puerta abre y cierra con un dispositivo electrónico.  Trabaja y le queda tiempo para hacerse de una cultura humanística no obstante lo árido de su profesión.

Los primeros Guntermann fueron dos hermanos, quienes llegaron a Ciudad Bolívar a fines del siglo pasado. Se llaman Carlos y Alexander y se internaron en las tierras del Yuruari atraídos por el señuelo del metal dorado. Venían del sur de Alemania motivados por el deseo de hacer dinero, pero su experiencia en el Yuruari dorado y selvático fue desalentadora. Por lo que retornaron a Ciudad Bolívar y de aquí tomaron los caminos fluviales que conducen a Río Negro, con mayor perspectiva, dada la demanda de caucho y balatá cada vez mayor en los mercados europeos.

En Ciudad Bolívar Carlos Guntermann se caso con Florencia Siegert y del matrimonio nacieron Alejandro Guntermann Siegert y Maria Guntermann Siegert.

  Alejandro Guntermann Siegert contrajo nupcias con Carolina, hija del viejo tronco de los Battistini, el corso Maria Battistini, quien estando en el Delta la tuvo en unión concubinaria con una india wararuna.

Domingo Maria la reconoció como hija legitima y se la confió a su hermana Margarita Battistini casada con José Roberto Liccioni Battistini, Alejandro Guntermann Siegert conoció a la mestiza Carolina y se caso con ella. De esa unión nació Alejandro Guntermann Battistini, quien se casó con Florencia Barazarte, hija del periodista, poeta y revolucionario Amando Barazarte, quien junto con Vargas Vila fundo el periódico “Cabos Suelto del Orinoco”.

Alejandro Guntermann Battistini estudio en el Colegio Nacional de Guayana y allí se graduó de bachiller en filosofía en julio de 1909, a la edad de 20 años, junto con Juan Pablo Carranza, César Unceín, Humberto Berletta hijo y Ramón Antonio Pérez. Empezó a estudiar ingeniería, pero se vio obligado a truncar los estudios y a trabajar por largos años en Casa Blohm.

En 1919 Guntermann Battistini se casi con Florinda Barazarte, profesora de piano, quien tuvo cuatro hijos, dos de ellos gemelos. Los tres primeros atacados por la aritroblastosis y el cuarto,  Alejandro Guntermann Battistini, quien nació el 18 de diciembre de 1923 en la “cabullera del chinchorro” como antes llamaban a la parte sur de la calle Dalla Costa. Estudio en la Escuela Heres cuando bajo la dirección del bachiller Ramón Antonio Pérez, funcionaba en el sótano de la casa del Congreso de Angostura. El bachillerato lo curso en el Liceo Peñalver, parte alta del mismo inmueble, bajo la dirección del doctor Adán Blanco Ledesma.

Se graduó de ingeniero civil en la Universidad Central, 1946, y comenzó a trabajar en el Ministerio de Obras Públicas. Asimismo en la Dirección de Obras Públicas del Estado, en la ingeniería Municipal, en el MTC y en el ejercito privado de la profesión. Muchas de las obras de urbanismo y desarrollo del Estado, especialmente de la Ciudad Bolívar que va de los años 1946 hasta 1985 cuando fue jubilado por el MTC, tienen de algún modo que ver con la dirección, inspección o los cálculos de Alejandro Gunterman.

Fue el quien trazó las carreteras Las Adjuntas-El Pao, El Callao-Tumeremo y Tumeremo-El Dorado. Construyo el frigorífico de San Cristóbal y durante el ejercicio privado no cesa todavía la dirección como realización del proyecto y cálculo de edificaciones residenciales, comerciales e industriales.

Trabajo importante en el cual intervino con cálculo de gran complejidad, fue el levantamiento del muro i dique de contestación que hizo posible la levantación de la cota y prolongación y cálculos de edificaciones residenciales, hoy paseo Orinoco  de Ciudad Bolívar.

La ampliación del Paseo Orinoco y elevación de la cota contra las periodistas crecidas del río, tapo la popular Laja de la Sapoara, a la cual canto el poeta Héctor Guillermo Villalobos y que fue punto de convergencia y de referencia de la Ciudad Bolívar tradicionalista. Allí los atarrayadores lograban los mejores lances durante la pesca de esta singular especie de la fauna orinoqueña.

Alejandro Guntermann atribuye entera responsabilidad al entonces titular del MOP, Leopoldo Sucre Figarella, toda vez que el –AG- denuncio en un informe por escrito la inconveniencia y propuso desviar el muro hacia mas adentro. Solo había que expropiar algunas casas para subir el resaltante de Santa Ana. Se hubiera no solo salvado la laja sino evitado problemas urbanos, sanitarios y de costo.

Para Alejandrino Gunterman la prolongación del Paseo Orinoco fue realizada erróneamente en ambos sentidos, tanto la del Oeste, gestión del ministro Leopoldo Sucre Figarella, como la del Este iniciada por el presidente edilicio Antonio José Grimaldi y continuada por Domingo Alvarez Rodríguez. El produjo una memoria oponiéndose a esa obra de prolongación por el Este que como funcionario del MOP le tocó inspeccionar. No porque la obra fuese irrealizable sino por inconvenientes y perjudicial. Esa prolongación de escasos transito vehicular ha venido causando graves daños al ecosistema de la laguna del Medio  y de los Franco que cada vez que pueden se cobran el dislate. Allí no se hicieron estudios del suelo ni de los cálculos debidos y se soslayó toda la dinámica del ecosistema de las lagunas. Recuerda una crecida en que las lagunas sacaron más damnificados que la propia crecida del Orinoco.

A este sistema pertenece también la llamada ”Laguna del pueblo” o “Laguna del Porvenir”  donde hoy se levanta el Jardín Botánico del Orinoco gracias al “Canal de cintura” que reconoce si fue un buen proyecto y cuyas obras de captación aún no han sido determinada. La construcción del Teatro si es un desacierto.
“El arquitecto Oscar Tenreiro sabrá mucha de liturgia, pero con esta obra de teatro adosado al Capitolio metió la plata hasta la cabeza del fémur”, exclama Alejandrito Gunterman sin que le quede nada por dentro. Dice que ese es uno de los errores más garrafales  del gobierno anterior y todavía no son medibles las consecuencias futuras relativas al viejo edificio pues debido a las excavaciones hechas a ras del muro lateral Este, los agrietamientos alcanzaron los arcos de medio punto y esto es sumamente peligroso. Ojala no ocurra por allí el paso de una onda sísmica, antes de corregirse el entuerto.

Alejandrito cuenta que se entero de lo que estaba ocurriendo por que un día llego a su oficina un ingeniero de la obra y le dijo: “Estoy asustado” ¿Por qué? Por que hicieron una excavación ¿tú la has visto? No. Conviene que vallas a verla. Se agrieta la estructura del edificio viejo.

Muchos de los desastres que ocurre en Bolívar con las obras públicas, incluyendo en el Teatro, se debe a deficientes o mala inspección, bien por que el inspector no es un ingeniero calificado o por que abarca numerosas y distintas obras al mismo tiempo.  El –Gunterman- que inspector de obras durante muchos años puede hablar con propiedad. En el problema del Teatro, el gobierno cometió el error de nombrar al propio Tenreiro inspector de la obra y este por no moverse de Caracas comisiono a otro arquitecto que seguramente por incapacidad no previno a tiempo lo que ahora parece irremediable.

Comenta que antes cuando Venezuela no tenia ese boom de ahora, un ingeniero no podía inspeccionar más de una obra; cuando más, dos, lo cual explica la calidad de las obras públicas de los años sesenta hacia atrás. Ahora le dan cinco en Caicara y cinco en Upata ¿Cómo las atiende?

Por eso muchas obras hoy son de dudosa calidad. Pone como ejemplo reciente y en el tapete de la discusión, la urbanización Marhuanta. “Esa urbanización no se hizo  con la cabeza si no con las patas” y por lo visto nunca fue infeccionada. Allí, por ejemplo, metieron una misma zanja de aguas negras el tubo de acueducto cuando la norma habla de un metro mínimo de separación y 30 centímetros de altura. Esta irregularidad, como otra que se agravarán en la medida que valla creciendo la urbanización  hasta llegar al previsto número de 800, podría dar lugar a una epidemia.


Nueva York su estatua de la Libertad, Brasil, el Cristo del Corcovado; Caracas, las Torres del Silencio y Trujillo, la Virgen de la Paz. Ciudad Bolívar ¿Qué tiene?, tal vez la Piedra del Medio que es un monumento natural opacado por una obra del hombre también monumental que es el Puente Angostura sobre el Orinoco. Alejandro Gunterman propone reforzar el valor natural de la Piedra del Medio con una India figurada en una escultura de 15 metros en cuyo proyecto trabaja para donarlo al Gobierno que se lo proponga. No tiene por que ser la India del Escudo exactamente, sino otra artísticamente más llamativa y de mayor fuerza creativa. Le prevenimos de la existencia de proyectos anteriores, como el de su amigo Goubat, que encontramos resistencia de quienes consideraban a LA Piedra del Medio un monumento natural que no debe ser alterado.

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