EL “BACHI” PÉREZ
Perteneció a toda una generación de maestros modeladores de nuestra cultura y forjadores
de ciudadanos útiles.
El
12
de Noviembre de 1970, murió en Ciudad Bolívar a la edad de 77 años el
Bachiller Ramón Antonio Pérez Santamaría.
Murió satisfecho de medallas y diplomas que hablan de una labor honesta
y valiosa dentro del magisterio provincial, rodeado del afecto de sus hijos que
aprovecharon a tiempo el caudal intelectual y material acumulado por su
padre. Murió bajo las lágrimas de su esposa
cuyo color, forma y temperamento reflejaban el exotismo corso de sus
ascendientes, apegado al quehacer recreativo de la refresquería y quincallería
heredada de sus progenitores. Murió
junto al breve jardín sembrado en el traspatio de la casa, junto al libro de
las ciencias perfectas, murió elucidando reminiscencias que valieron siempre un
millón de atención y en cada gesto la chispa de su temperamento chusco y
agridulce, al lado de su mecedora anticuada de paleta, en la casa de la esquina
donde nació el 21 de abril de 1893.
Nació un año después de la creciente
más grande registrada por el río Orinoco en el año 1892. Su padre era un
humilde pulpero, aficionado a la fotografía, a la orfebrería y a la flauta.
Nació en la misma casa donde murió, frente a la Plaza Miranda, para entonces era un peladero de cuyo centro
emergía un señorial farol de seis brazos que por las noches disparaba sus luces
mortecinas de kerosén.
Con este combustible se alumbraba la ciudad en aquella época, la luz eléctrica
vino en 1911, centenario primero de la Independencia, bajo la administración del General Tellería. El servicio de luz eléctrica tenía entonces un precio insignificante comparado
con el de nuestros días: larga diferencia
que parece sacudirnos de un largo y profundo sueño.
Graduado de Bachiller en Filosofía y
Letras en el Colegio Federal de Varones de Ciudad Bolívar —cifraba entonces 17
años—, se dedicó a la enseñanza en el aula
de una Escuela Estadal dirigida por
don Luis Moreno. Junto con Alejandro
Fuenmayor fundó las Escuelas
"Heres" y "'Zea", primeros
institutos graduados de Ciudad Bolívar, para varones y hembras respectivamente. Esto fue en 1912, siendo Ministro de Educación el doctor Guevara Rojas. En 1917 comenzó a alternar la
educación primaria con la cátedra de
educación secundaria en el Colegio
Federal de Varones que luego pasó a
ser el hoy Liceo Peñalver.
Fueron 44
años seguidos, dedicados integralmente a la
enseñanza, a la noble misión de
forjar ciudadanos libres y útiles al
progreso de la nación como lo fueron
quienes después fueron Ministros de
Obras Públicas, Ing. Leopoldo Sucre
Figarella; de Educación, doctor J.
M. Siso Martínez; el traumatólogo eminente y Gobernador de Carabobo, doctor Jorge Figarella; el Cronista
de la ciudad y sacerdote meritorio Monseñor Constantino Maradei Donato, el
Presidente de la Municipalidad de Heres en 1965, bachiller Noel Valery y otras
personalidades distinguidas que escapan a la premura del reportaje fueron
modeladas durante las primeras enseñanzas por
este Profesor estrechamente unidos a una generación de maestros cimentadores de nuestra educación y forjadores de ciudadanos útiles, a la que pertenecieron María Antonia Mejías, Dr. Oscar Luis Perfetti, Dr. Carlos Emiliano Salón, José Luis Aristiguieta, Felipe Hernández, Adán Blanco Ledezma y otros.
Del Bachiller Pérez se cuentan
variados chascarrillos que forman
todo un legajo de su época brillante
de Profesor. Los estudiantes de
ayer y de hoy los celebran con gracia
inusitada. De tiempo en tiempo avivan
en el recuerdo y entonces se abre
una como detenida admiración por esta personalidad
cumbre del magisterio.
Cuentan que el Bachiller Pérez, estando en
su cátedra de matemáticas explicando una
operación de quebrados, pasó uno de
sus alumnos a la pizarra y le dictó
la siguiente cifra: "Escriba, por
favor, 3/4". El estudiante tomó
la tiza y escribió primero un tres,
luego trazó una raya y finalmente
colocó debajo el cuatro. Impaciente
el Profesor por la forma incorrecta
como el alumno escribió la cifra,
sacó una silla de la fila e invitó al estudiante a sentarse. Cuando el alumno
quiso hacerlo, el Bachiller oportunamente sacó el asiento y el infortunado se desplomó en el suelo. "Ajá
—sentenció el bachiller en medio de
la hilaridad estudiantil—, ¿vio lo que le pasó? Eso mismo le pasaría al 3 del quebrado si usted antes no le
coloca la rayita".
Edelmiro
Lizardi era el dueño de “El Trocadero” famoso burdel en las afueras de la
ciudad. Un mal día uno de sus alumnos a quien reprendió duramente por quejas de
algunas alumnas, tuvo como respuesta insolente;
“Lo lamento, Profesor, pero lo
que hay es una cuerda de P..” El Bachi
Pérez lo expulsó y citó a su representante
y cuando éste vino y hacía su entrada a la Dirección del Liceo, el Bachi le
salió al encuentro estrechándole la mano con este saludo: “Mucho gusto, Edelmiro Lizardi”.
Iván y
César Perez Rossi, sus hijos putativos, cuando obtenían malas notas en el Liceo,
absorbidos por la pelota, los despertaba
a ambos a las cinco de la madrugada con los guantes y el bate: “Vamos, a levantarse, que es la hora de
entrenar para el juego de la tarde”.
El Profesor Ramón Antonio Pérez Santamaría, el célebre "Bachi" Pérez del
Colegio Federal de Varones y del Liceo
Peñalver, fue hombre activo y
diligente hasta avanzada edad, de
contextura aparentemente fuerte, color trigueño, ojos grandes
entornados, profundamente humano y de un espíritu modelado a fuerza de corregir y orientar
adolescente en las aulas de los diferentes colegios que se honraron con el paso
de maestros insignes.
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