jueves, 17 de diciembre de 2015

ALEJANDRO OTERO


El 7 de marzo de 1921 nació en El Manteco, Alejandro Otero, calificado por el poeta Pablo Neruda, como el creador plástico más importante de América por su relación con la arquitectura y su dominio del espacio público.

Para 1929 el Manteco era una pequeña estación de aventuraros de la selva en busca de fortunas. El pueblo que le quedaba más cerca era Upata, y para  llegar hasta halla había que hacerlo en carromato tirado por bueyes que tardaban días y noches.
Allí, el era de Santa perpetúa, nació Alejandro Otero, su padre, en el buen sentido de la palabra, era uno de esos aventuraros, pero una araña mona le corto la vida. José Maria Otero Fernández, madre de Raúl Leoni (presidente de Venezuela) y casada con Clemente Leoni, emigrante corso radicado en Guayana muy joven junto con su hermano Juan Bautista Leoni.
José Maria Otero Fernández era casado con Luisa Rodríguez y tanto la familia Leoni-Otero como los Oteros-Rodríguez, ambas del Manteco, se reubicaron en Upata, la primera en 1919 y la segunda en 1923. Otra rama de los Oteros se instaló en Barcelona, en donde son los Oteros- Silva, dueños del Diario El Nacional.
Los Oteros-Rodríguez eran una familia desprovista de todo hasta que cinco años después de la muerte de José Maria Otero Fernández, obtuvo 700 bolívares, una fortuna que para esa época, como producto de la liquidación de la sociedad minera, a la cual permanecía el padre de Alejandro cuando fue mortalmente picado por la araña mona. Con este dinero pudo su madre Luisa Rodríguez comprar una casa en las afueras de Upata. Allí se sostenía enseñando a los niños del sector y fabricando pantuflas con las fibras de Alejandro y su hermano José Miguel extraían de una planta silvestre abundante en las inmediaciones.
Era una casa modesta, de bahareque, con techo de palma y cuando llovía se hacían
Unos positos en los cuales Alejandro echaba a navegar su fantasía infantil traducida en ingenuazos barquitos de papel. Era un niño feliz a pesar de su pobreza acentuada por la orfandad paterna. Lo hacían feliz esos momentos estimulados por las personas que lo rodeaban.
La vida de Alejandro Otero es la historia de dos personas: una, una a la que le acontecían las cosas y otra que reflexionaba, pensaba y meditaba por lo que le acontecía. Los recuerdos de todas las etapas de su vida tuvieron esa particularidad. El, haciendo una cosa libre y espontánea y su otro yo vigilándolo y siguiendo cada una de esas cosas.
 Nació como un visual, fundamentalmente en contacto con las cosas de a su alrededor a través de sus ojos. En las conversaciones visuales de su vida solía recordar la pasión que ponía, la observación de los detalles de la naturaleza, del modo de ser de las personas, del fenómeno de la lluvia, al mismo tiempo, viéndose sufrir y gozar de aquella situación y sacando consecuencia interior de ese modo de ver las cosas a través de los ojos.
  Como todo artista tuvo su momento de iniciación, aunque obviamente el momento inicial y preciso de volverse artista no existe. No obstante, se tiene tendencia a recibir a través de determinado sentido las primeras percepciones necesarias y útiles, que despiertan las consecuencias de cada quien. En todo caso, el momento de volverse pintor o artista plástico si es que existe, debe haberse producido cuando Alejandro tuvo suficiente material captado, suficiente vivencias urgidas de expresión. De manera que siendo el un visual tenia que hacerlo tan pronto le cayera un lápiz de color en las manos y eso le ocurrió siendo un niño. De allí  que su infancia la considerase clave tanto como el lugar donde transcurrió. Upata,  el pueblo de su infancia significaba para Alejandro Otero y pueblo extraordinario, único y determinante en su vida artística.
Pero su vocación artística propiamente tal despertó un día de vacaciones cuando José Miguel su hermano mayor, la trasfirió una invitación para asistir a una exposición de pintura de los alumnos de una Escuela de Artes Plástica que funcionaba en la Pastora. Entonces estudiaba para maestro rural en el Mácaro de Maracay y pasaba las vacaciones de diciembre en Caracas donde trabajaba su hermano. Pero tan entusiasmado estaba por la exposición que sufrió una confusión. Creía que era en el museo de Bellas Artes, por lo que tuvo que retornar el tranvía para llegar hasta la Pastora.
Para el joven Alejandro Otero aquella exposición de la Pastora era maravillosa. Muy completa. Había pinturas, guaches, dibujos, diseños, esculturas, especialmente esculturas que le llamaron la atención a las cuales le dedico mucho tiempo, tal vez porque las veía más comprensibles. Este fue el primer entretenimiento que tuvo ante la posibilidad de asumir una vocación que cada vez más se concretaba. Jamás olvido la impresión que le causo aquella exposición colectiva de haberla presenciado esa noche. Así que cuando la escribió a su madre le hablo con gran emoción de esa exposición.

En aquella explosión de la pastora se produjo definitivamente su ruptura con un destino equivocado. No hubo más después razones que justificaran su permanencia en el Mácaro; no obstante hizo un esfuerzo, intentó concentrarse de nuevo en sus estudios, pero sentía que ya no era el mismo, no estudiaba y su rendimiento bajo notablemente. Se estaba desarrollando dentro de el un estado de crisis porque se daba cuenta que no le interesaba nada de lo que estaba estudiando. Se sentía muy mal, muy triste, muy frustrado. Le escribió a su madre y ella lo entendió, de manera que renuncia al Mácaro, le dijo adiós a su carrera de maestro rural y regreso a Ciudad Bolívar.
Trato su madre de que volviese al Banco Royal donde antes, cuando egreso del sexto grado, había estado de cobrador. El Gerente, por sus buenos antecedentes y consideración a la familia lo admitió en una posición mejor, pero era inútil. Simplemente se sentaba en el escritorio y se negaba a trabajar. Los cheques se amontonaban sin darle salida al libro y el Gerente confundido se veía obligado a serlo el mismo. Le pregunto que le pasaba y se hecho a llorar. Enterada y preocupada su madre por lo que le ocurría, hizo esfuerzo para recupera la crisis y volvió al Banco Royal dispuesto a trabajar.
Después de estar quince días rindiendo normalmente a la agencia del Banco, se encontró con algo muy curioso al regresar del trabajo y fue que en su casa estaban reunidos todos sus tíos por parte de madre y padre, muy alegre, tomándose una cerveza. Su madre los había llamado por telegrama para enterarlos de todo cuanto le ocurría a Alejandro, de manera que cuando llegó le dijeron: “hemos resulto que te vallas a Caracas y estudies pintura que es lo que se te gusta. Vamos a arreglar las cosas que para las baca que tenías, te la sigan pasando”.
Esa fue la solución. Su madre convoco a un consejo de familia y en el se decidió su vida de pintor. Fue así como de nuevo (1939), a la edad de 18 años, viajo a Caracas y feliz y contento a estudiar en la Escuela de Artes Plásticas y Artes Aplicadas.
Allí comienza una nueva vida, su vida de artista polidimensional que se resume en varios periodos: el figurativo analítico en 1941; el llamado periodo de cafeteras que inicio en parís en 1946 bajo la influencia de Pablo Picasso; el de los Colortimos en 1955; papeles coloreados en 1965 y dos años después, 1967 inaugura el periodo definitivo de las estructuras espaciales que le dieron renombre y acentuaron su trascendencia internacional.
Su primera estructura, Vertical Vibrante, fue inaugurada en 1968 a la entrada de la Ciudad de Maracay y ese mismo año fueron instaladas en la zona feérica del conde sus espectaculares obras Rotor, torre Vibrante, Noria, Estructura Sono- vibrátil, Integral vibrante t torre acuática.
Guayana su tierra natal, no podía quedarse atrás y el año siguiente, 1969, fue instalado al frente de la siderúrgica del Orinoco su Integral vibrante. La última Obra de Otero, Torre Solar, de 50 metros de alto, fue erigida en Hurí, 1986, cuatro años antes de su muerte, con motivo de la inauguración de la Central Hidroeléctrica que lleva el nombre de su primo Raúl Leoni.
En Ciudad Bolívar nada hay de Alejandro Otero. El proyecto de una Tea de 45 metros para ser instalados en las inmediaciones de la laguna del medio, quedó engavetado, igualmente la estructura de 17 metros para los jardines del Museo Soto. La Galería de Arte que lleva su nombre en las escuelas de Artes Plástica, Fue eliminada lo mismo que el Salón anual de pintura.

Las gigantescas estructuras ambientales de Otero en cuyos movimientos y fisicromía intervienen el agua, el viento, los desplazamientos solares, lunares, y en fin, la mutante naturaleza., impresionaron de un modo tal al Poeta Pablo Neruda durante una vista  a Caracas, que le escribió el gran arquitecto Oscar Niemeyer, sugiriéndole una de esas obras para la moderna Brasilia. Creo-escribió Neruda- que irían admirablemente en Brasilia. Para mi Otero es el creador Plástico más importante de nuestra América precisamente con su relación con la arquitectura y su dominio del espacio público. Sus obras realizadas son grandiosas y espectáculo que dan al pueblo es inesperado y actual (o futuro). No obstante, no hay una obra de Otero en Brasilia ni tampoco en Ciudad Bolívar.

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