martes, 8 de diciembre de 2015

RICARDO ARCHILA

  
Médico y escritor, autor de historia de la Medicina en Venezuela. Era apureño de Elorza, pero nunca conoció su pueblo natural. Se consideraba bolivarense y solía decir que sus vínculos con las tierras guayanesas eran profundos y absolutos.

Poco importante donde nace, lo más relevante del ser humano es de donde se forma. De allí que Armas Chitty en determinada ocasión haya dicho del doctor Ricardo Archila que era “guayanés de formación” porque fue precisamente Guayana que le ofreció los fundamentos de sus conocimientos y le brindó lo mejor de su vivencia y afectos.

Nació el 1909 (27 de abril), año inicial de la dictadura del General Juan Vicente Gómez. En el Estado Bolívar mandaba el General  Arístides Tellería y aparecía el Actual diario “El Universal” y la revista de vida efímera “La Alborada” impulsada por Rómulo Gallegos, Julio Planchart y Julio Horacio Rosales.

En 1911, estando en Ciudad Bolívar toda vez de aquí lo trajo recién nacido su madre Ramona Perlaza para llevarlo al registro civil, se produjo la muerta de su padre. La noticia lo consigno los siguientes términos “El Anuncio”, órgano de la casa mercantil de don Pedro Liccioni:

“por noticias llegadas últimamente, se sido hoy en esta Ciudad  la muerte del señor Ricardo Isidoro Archila, comerciante del Alto Orinoco.

Su padre, además de comerciante, era dado a las faenas del llano desde su hato “Las Camazas” en las cercanías de Elorza. La economía de apure oscilaba entre la ganadería siempre abundante la explotación de las plumas de garzas y garzón, cueros de res y de venado, los que salían al exterior vía Ciudad Bolívar, donde había establecimientos mercantiles de gran movimiento de importación y exportación como el Blohm, Casalta, Palazzi, Pietrantoni, Luccioni, Dalton y Boccardo, entre otros. Ciudad Bolívar, no obstante puerto fluvial, era tan importante como los marítimos de la Guaira y Puerto Cabello dada su condición de centro de operaciones comerciales accesibles a todos los lugares continuos al Orinoco y afluentes.

Las costumbres de la época estaban muy vinculadas a la educación y formación de individuo. Hoy, lamentablemente, resultaran anticuadas a la luz de las que impone los transculturizantes medios del cine, la radio y la televisión comerciales. Costumbres desechadas hoy, por ejemplo, era el diario espíritu de competencias en el aula, consistentes en permanecer o cambiar a un puesto superior o de cola en los bancos según la respuesta dada a la pregunta de la clase. Los buenos estudiantes ocupaban los primeros asientos y era un orgullo ocupar y sostenerse de primero en las bancas escolares, así como obtener buenas notas y tomar parte en los actos literarios.

Los exámenes finales eran publicas y con jurados. Imposible egresar de primaria si no se denominaban en las prácticas los conocimientos básicos de la ortografía. El egresado tenía que saber leer y escribir correctamente, lo que ingratamente no ocurre en la actualidad para vergüenza de tantos pedagogos modernos.
Otras costumbres desaparecidas no obstante a la belleza y encanto de la distinguida era el uso de pantalones cortos y medias largas hasta bien entrada la adolescencia; la obedecían y respeto profundo a los padres y gente mayor; la costumbre de regresar temprano, a más tarde a las nueve de la noche cuando campaneaba el reloj  de la Catedral que denominaba todo el vecindario; rezar antes de acostarse; quitarse el sombrero para saludar o al pasar frente a la iglesia; ceder la acera al paso de las damas cualquiera que fuese su edad; pedir la bendición a padres, tíos y padrinos.

En ese medio con tantos patrones sociales estudió y creció Ricardo Archila como bien queda evidenciado en su Testamento Abierto que nos regaló el doctor Camilo Perfetti, uno dentro de sus numerosas generaciones de alumno de cátedra de Historia de la Medicina, ejercida en la UCV durante 22 años.

Dado el prestigió de la educación inglesa y la importancia universal de ese idioma, los bolivarenses mandaban a sus hijos a la vecina Isla de Trinidad a reforzar sus estudios de primaria y a aprender esta lengua de este  origen anglosajón. La vecindad no esta solo era bueno para los estudiantes si no también para los exiliados políticos venezolanos, muchos de los cuales se quedaban residenciados en la isla como bien le ocurrió al médico Jorge Pereira fundador de la isla del Colegio “Andrés  Bello” en 1917 y el cual cerro sus puertas en 1940, un año antes de la muerte de su fundador. En ese colegio estudio Ricardo Archila y también en este St. Mary’s Collage en 1918, inmediatamente después de habar estudiado en el “Liceo Guayana” de Ciudad Bolívar fundado 1916 por el Br. Narciso Fragachan (1958-1940).

En 1923 cuando ingreso a la secundaria en el Colegio Federal de Varones de Ciudad Bolívar, estaban allí en su cátedra los doctores Oscar Luis Perfetti, Carlos Emiliano Salom, Adán Blanco Ledesma, Jesús Mendoza Briceño, Br. Ernesto Sifontes, Pbro. Adrián M. Gómez, Angel Barletta y José Gaspar Machado.

Guayana junto a Caracas es pionera del movimiento estudiantil venezolano. La Federación de Estudiantes en Venezuela fue fundada en 1913, se extinguió en 1921 y estando extinguida surgió en 1926 el Centro de Estudiantes del Estado Bolívar al calor del éxito de una velada artístico-literaria. Era Director del Colegio el Dr. Oscar L. Perfetti, quien junto con todo el personal docente alertó el movimiento estudiantil.

El joven José Miguel Gómez Rengel (el pope Gómez),  propuso como tarea esencial del centro de publicación de una revista y surgió el 31 de mayo de ese mismo año bajo la dirección de Ricardo Archila, acompañado en la subdirección por Héctor Guillermo Villalobos, quien publico en la revista uno de los primeros poemas: “Retrato de una morena”.

El Centro de Estudiantes constituidos por 32 alumnos del Colegio Federal se inició con una nueva Junta Directiva presidida por Cesar Fragachan Arreaza e integrada además por Pablo Ruggeri Parra y Juan Bautista Rodríguez en calidad del Vicepresidente; Carlos José Ramírez Torres,  Secretario; Carlos Evaristo Rendón, Subsecretario; Clementina Bello, Tesorera; Hortensia Flores, Subtesorera;  José Miguel Gómez Rengel, Orador de Orden y José Antonio Silva H., Bibliotecario.

Esta revista de 30 páginas, tamaño dieciseisavo, dedicada a la historia, las letras y la ciencia, se editaba en la Tipografía “La Empresa”,  la misma de diario "El Luchador”. Circulaba el último de cada mes y no aceptaba colaboración sino exigida.

En su primer editorial aclara que al “Ingresar al palenque de la vida periodística, lo hace sin otra fuerza que el entusiasmo de la juventud y sin otra prenda de valor que la sinceridad de nuestras ideas para contribuir al adelanto intelectual de Guayana, de esta tierra heroica que siempre ha seguido las huellas de Minerva”.

La revista se extinguió con el Nº. 24 en abril de 1928 y por su dirección pasaron, además de Ricardo Archila, Juan Francisco Reyes Baena, quien llegara a ser Director del diario “El Nacional” y Juan Alberto Gambús.

Antes de ingresar a la Universidad Central de Venezuela, Ricardo Archila tuvo un bache en sus estudios de bachillerato en el Colegio Federal de Varones y fue cuando a partir de su calidad de pianista resolvió asumir la dirección de una Orquesta para recorrer los pueblos del interior del Estado. A su regreso, la revista “Oriflama” en su número 14 de junio de 1927 reseñará:

“Del interior del Estado a regresado después de una larga ausencia el amable compañero Ricardo Archila, quien viene muy bien impresionada de aquella región de oro y la goma”.

Ese año reasume su estudio, pero pronto se vera envuelto en una travesura estudiantil que le costara la expulsión del Colegio. Su madre lo envió a la capital a concluir los estudios el “Liceo Caracas” dirigido por Rómulo Gallegos y el cual funcionaba  en un inmueble de Cuartel Viejo. Allí lo descubrió Gallegos como excelente mecanógrafo y le dio el primer capitulo de su novela “Doña Bárbara” para que se lo pasara a maquina.

Ingresó a la UCV en 1928 cuando Caracas era todavía una Ciudad respirable, de clima fresco y neblina en las madrugadas, tranvía eléctrico y autobús como medio de transporte colectivo. Sus estudios concluyeron en 1934 y en diciembre y tras una pasantia de dos meses en Tucupita esta de vuelta en Ciudad Bolívar.

En agosto de 1935 tuvo su gran prueba de fuego al practicar una trepanación craneal de urgencia (por suicidio). El paciente venía de España y traía el cadáver de su esposa (recién casado). Trasbordo en Trinidad y en la travesía de puerto España a Ciudad Bolívar, pasado el puerto de San Félix,  trató de suicidarse disparándose con un revolver por la sien. Alcanzo el buque por lancha y sobre una de las mesas del comedor practico la operación. La paciente sobre vivió, pero perdió la visión para el resto de su vida.

De dos meses después salvo la vida del Dr. Manuel de Jesús Alvare al practicarle de urgencia una talla suprapública, al mes siguiente contrae matrimonio con Maria Gruber Salom y 1936 es designado Médico de sanidad con sueldo de mil bolívares.

Comenzaba así su carrera como sanitarista a la par que le nacía su primer hijo. Al siguiente por un trix no pierde la vida en un lance personal de tiros de revolver y pistolas entre los doctores Antonio Ciro Medina, Carlos Fragachan y el, Ricardo Archila, suscitado por un chisme de alguien que oyó y transmitió mal el mensaje. Como no hubo heridos ni muertos, solo pasaron un mes en la cárcel.

Becado por la Fundación Rockefeller realizó un Master de salud pública en Baltimore, 1940. Al siguiente año publico su primer trabajo, Geografía  Médico-Sanitaria del Estado Cojedes, con especial referencia al paludismo. Entonces trabaja en la División de Malariología del Ministerio de Sanidad. En 1946 fundó la educación Sanitaria y el quincenario SER, primer periódico de divulgación sanitaria en el continente que circulo durante casi treinta años con tiraje de 30 mil ejemplares. Ese mismo año editó Bibliografía Médica Venezolana. En 1951 es electo Miembro Correspondiente de la Academia Nacional de Medicina. En 1952 obtiene el primer premio en el concurso sobre Biografía    del Dr. Luis Razetti. En 1953 fundó la revista de la Sociedad Venezolana de Historia de la Medicina y se inicia en la UCV como profesor asistente a la cátedra de Historia de la Medicina y es propuesto Individuo de Número de la Academia Nacional de Medicina. En 1956 ve la luz pública su libro Historia Médica de Ciudad Bolívar.


Ricardo Archila, quien falleció en Caracas del mismo mes (abril 22) de su nacimiento, estuvo muy vinculado con el Liceo Peñalver del que fue profesor de ingles, biología e Historia Universal.

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