jueves, 3 de diciembre de 2015

RAFAEL OSUNA RUIZ


Filólogo y etnólogo venezolano nacido en El Palmar del Estado Bolívar, especializado en las lenguas quechuas y náhuatl.  Profesor de español y literatura  hispanoamericana en la UCV, escribió varios libros, entre ellos, Introducción a la Lírica Prehispánica, de lectura obligatoria en liceo peruanos; Himnario Incaico de Cristóbal de Molina y El Cuzqueño, publicado por la Sociedad Peruana de Historia.

            Uno nace, da sus primeros pasos, y la tierra que lo vio nacer parece desairarnos cuando tras prolongada ausencia intentamos el reencuentro. Algo de eso pasó con este intelectual tan apegado a la cultura prehispánica llamado Rafael Obdulio Osuna Ruiz. Cuando lo entrevistamos en una de sus visitas a Ciudad Bolívar en julio del 89, se sentía así como soslayado de la tierra que le dio la vida y que ha sido como descuidada en seguir sus pasos por otros lares.
            Rafael Osuna creía y de ello estaban convencidas instituciones universitarias como la Sociedad Peruana de Historia y la Facultad de letras y Ciencias Humanas de Universidad de San Marcos, que lo había hecho sumamente bien, pero Ciudad Bolívar donde estudió secundaria y El Palmar donde se escuchó su primer vagido, lo ignoraban. Pocos sabían de él.
            Osuna tenía casi medio siglo desarraigado del Orinoco y eso que ocurrió con él sucedió con intelectuales de gran valía como J.F Reyes Baena, Héctor Guillermo Villalobos, Argenis Daza Guevara,  Lucila Palacios, Luz Machado, y sucede con .Jean Aristiguieta, Luis García Morales, Rafael Pineda, Andrés Sucre, Jesús Sanoja  Hernández, y tantos otros que vemos por aquí de vez en cuando reencontrándose con una ciudad modificada por generaciones y corrientes migratorias que han suplantado a las que ellos pertenecieron.
            Cuando los hijos se distancian de la madre tierra y regresan esporádicamente, se encuentran con viejos y aislados amigos y con gente que llegó aquí cuando ellos se fueron y que hacen por ellos lo que ellos dejaron de hacer. Se origina entonces en el interior del nativo ausente de vuelta, una situación de desarraigo, de añoranza y de conflicto que Rafael Osuna no sabía cómo explicar. En todo caso era una emoción confusa que lo traslada a 1941 cuando en compañía de su abuela materna abandonó la ciudad en la parte trasera de un camión que tardó 9 días en llegar a Caracas.
            Habiendo el asfalto obviado, posteriormente, la tortura del transporte, bien pudo haber venido antes con más frecuencia. Pero ese es el problema. Es tan absorbente el mundo de la investigación que a veces  -decía Osuna- ni se daba cuenta que tenía a su esposa Minita al lado. Minita, archivóloga, nativa de Ciudad Bolívar al igual que su tío Monseñor R.I.  Lizardi, quien fue obispo auxiliar de Caracas.
            Nacido en 1928, Osuna fue profesor y licenciado en letras, egresado del Instituto Pedagógico Nacional y de la Universidad Central de Venezuela, con pasantía de cuatro años en el Instituto de Filología “Andrés Bello” para estudios de teoría gramatical y filología romántica.  Profesor de español y literatura hispanoamericana en la Escuela de Bibliotecología y Archivología de la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad Central; miembro de los institutos de Arte y de Antropología e Historia, y Director de la Sección de Etnología del Instituto de Estudios Hispanoamericanos.  Autor de varias publicaciones que lo destacaron como universitario e investigador realizado en las disciplinas científicas de la Etnología y Filología Moderna.
            Desde 1968 su nombre quedó definitivamente incorporado a la historia de la lengua de un pueblo, de una cultura: el bello incario, el único imperio que hubo en América indígena, pues en México y Guatemala, a decir de Osuna, no los hubo nunca. Los aztecas fueron solamente una confederación de tres ciudades, y los Maya ciudades - estados autónomos. Esto lo explica detalladamente en su trabajo inédito “La idea regía en las altas culturas prehispánicas”, en su libro “Introducción a la Lírica Prehispánica quechua y náhuatl” (libro de lectura obligatoria en todos los liceos peruanos) y en su tesis doctoral “Himnario incaico de Cristóbal de Molina, el cusqueño”,  publicado en la hermana República.
            Peonía es la primera novela que se escribió en Venezuela.       Hasta ahora oficialmente no se sabe de otra. La escribió en 1890 Manuel Vicente Romero García a manera de replica a la novela “María” del escritor colombiano Jorge Isaac.
            Pues bien, el primer trabajo de ascenso de Rafael Osuna en la Universidad Central fue sobre esta novela “Elaboración de Peonía dentro del Costumbrismo”, el cual ganó el primer premio del III concurso de ensayos de la Facultad de Humanidades de la Universidad del Zulia en 1964. Este trabajo realizado por él a los 19 años resultó lamentable objeto de un plagio. Se trata de una crítica estructuralista, mucho antes de que en Venezuela se divulgara el estructuralismo como metodología en el ámbito literario, Osuna llegó a él por convicción propia y es el mismo método que utiliza en sus análisis epistemológicos.
            Escrito en 1964 para ascender a profesor asociado, Introducción a la Lírica prehispánica quechua y náhuatl  “describe como preámbulo al estudio de las escrituras líricas prehispánicas, algunos hechos externos adecuados a su comprensión cultura”, hechos que conciernen sólo a la poesía quechua y náhuatl por la razón de que de ninguna otra lengua se conocen textos anteriores a la conquista, no obstante subraya el autor la abundancia de textos de náhuatl en comparación con el quechua.
            Himnario incaico de Cristóbal de Molina, “El Cuzqueño” es un estudio filológico de Rafael Osuna acogido y publicado en Lima, 1985. Versa sobre un aspecto de la floración literaria de la lengua quechua en el momento de su mayor esplendor que realzó a los finales del siglo XV.
            Osuna propone una nueva versión por sobre las interpretaciones  que filólogos como José Farfán, Juan Rozas y Jesús Lara han hecho de estos himnos, once textos religiosos quechuas en total, recogidos por el padre Molina en su Relación de las Fábulas y ritos de los Inca.
            En este libro inédito del autor sostiene que no hubo idea regia en Centroamérica ni México, sólo en el Imperio Incaico.  El de los Inca si es un verdadero imperio que se extendía del centro de Colombia hasta el Centro de Chile.
            Otro que dejó inédito Osuna es un libro evaluativo y crítico de la léxico – estadístico estadounidense que no es otra cosa que una metodología propuestas por varios lingüistas estadounidenses para convertir la comparación de los léxicos con uno básico de 200 palabras que no sean culturales sino las comunes utilizables por todo el mundo como agua y comer, por ejemplo, en lenguas emparentadas para rehacer la historia de esa lengua. Ningún filólogo quiso aceptarlo porque se pierde de vista con el léxico estadístico la permanencia de cambios lingüísticos a través de generaciones. Total que es a criterio suyo “un disparate esa metodología”. Ha sido rebatida por muchos lingüistas estadounidenses, alemanes, franceses y en Venezuela por el propio Osuna que era el único que se ocupaba de eso.
Ese léxico estadístico fue aceptado de manera total en México y el doctor Osuna  
no entendía porqué.
            Los mexicanos- decía – son muy presumidos, altamente presumidos en asuntos de lingüística y de lexicología. No aceptan que nadie se meta en sus asuntos.

            El doctor Rafael Osuna  cuando lo entrevistamos, poco antes de morir, escribía sobre América otro libro de interés. Para terminarlo sólo necesitaba de dos documentos aduanales de la Liga Hanseática. Porque la Liga Hanseática se fundó entre varios puertos alemanes para combatir el contrabando de Bacalao de Terranova a Noruega y Alemania y en el antiguo Irlandés, su lengua original, Erico El Rojo y otros vikingos demostraron el conocimiento que tenían de esa tierra. Existen mapas antiguos donde aparecen muy bien dibujadas. Se trata de la primera visión de América antes de Cristóbal Colón.  Ellos sabían de la existencia de América. Lo que pasa es que la           concepción geográfica de esa época suponía a Groenlandia como una prolongación del Ártico. La plataforma del Ártico pensaban ellos que se prolongaba hasta  Groenlandia.  Había conocimiento de la existencia de América y Cristóbal Colón sabía.
-¿Qué interés tenía Colón en ocultar que había llegado a un nuevo continente?
-Bueno, Cristóbal Colón era ante todo un comerciante y a él no le convenía mucho que Castilla lo supiera. La vida de Colón está llena de misterios.  Era él un hombre muy vivo.
            Para  terminar  esta larga conversación con el visitante, dejó abierta la posibilidad de retornar a Ciudad Bolívar para dejar entre los bolivarenses algo de lo que él dominaba como, por ejemplo, Del big – bang al homo sapiens o la nueva historia de Adán y Eva; Introducción a la filología indogermánica; Introducción a la Lírica Prehispánica, entre otros; pero no tuvo tiempo, murió en Caracas al poco tiempo de visitar por última vez la ciudad que lo conoció estudiante en los años treinta.


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