Filólogo y etnólogo venezolano nacido en El Palmar del Estado Bolívar,
especializado en las lenguas quechuas y náhuatl. Profesor de español y literatura hispanoamericana en la UCV, escribió varios
libros, entre ellos, Introducción a la Lírica Prehispánica, de lectura obligatoria
en liceo peruanos; Himnario Incaico de Cristóbal de Molina y El Cuzqueño,
publicado por la Sociedad Peruana de Historia.
Uno nace, da sus primeros pasos, y
la tierra que lo vio nacer parece desairarnos cuando tras prolongada ausencia
intentamos el reencuentro. Algo de eso pasó con este intelectual tan apegado a
la cultura prehispánica llamado Rafael Obdulio Osuna Ruiz. Cuando lo
entrevistamos en una de sus visitas a Ciudad Bolívar en julio del 89, se sentía
así como soslayado de la tierra que le dio la vida y que ha sido como
descuidada en seguir sus pasos por otros lares.
Rafael
Osuna creía y de ello estaban convencidas instituciones universitarias como la
Sociedad Peruana de Historia y la Facultad de letras y Ciencias Humanas de
Universidad de San Marcos, que lo había hecho sumamente bien, pero Ciudad
Bolívar donde estudió secundaria y El Palmar donde se escuchó su primer vagido,
lo ignoraban. Pocos sabían de él.
Osuna
tenía casi medio siglo desarraigado del Orinoco y eso que ocurrió con él
sucedió con intelectuales de gran valía como J.F Reyes Baena, Héctor Guillermo
Villalobos, Argenis Daza Guevara, Lucila
Palacios, Luz Machado, y sucede con .Jean Aristiguieta, Luis García Morales,
Rafael Pineda, Andrés Sucre, Jesús Sanoja
Hernández, y tantos otros que vemos por aquí de vez en cuando
reencontrándose con una ciudad modificada por generaciones y corrientes
migratorias que han suplantado a las que ellos pertenecieron.
Cuando
los hijos se distancian de la madre tierra y regresan esporádicamente, se
encuentran con viejos y aislados amigos y con gente que llegó aquí cuando ellos
se fueron y que hacen por ellos lo que ellos dejaron de hacer. Se origina
entonces en el interior del nativo ausente de vuelta, una situación de
desarraigo, de añoranza y de conflicto que Rafael Osuna no sabía cómo explicar.
En todo caso era una emoción confusa que lo traslada a 1941 cuando en compañía
de su abuela materna abandonó la ciudad en la parte trasera de un camión que
tardó 9 días en llegar a Caracas.
Habiendo
el asfalto obviado, posteriormente, la tortura del transporte, bien pudo haber
venido antes con más frecuencia. Pero ese es el problema. Es tan absorbente el
mundo de la investigación que a veces
-decía Osuna- ni se daba cuenta que tenía a su esposa Minita al lado.
Minita, archivóloga, nativa de Ciudad Bolívar al igual que su tío Monseñor
R.I. Lizardi, quien fue obispo auxiliar
de Caracas.
Nacido
en 1928, Osuna fue profesor y licenciado en letras, egresado del Instituto
Pedagógico Nacional y de la Universidad Central de Venezuela, con pasantía de
cuatro años en el Instituto de Filología “Andrés Bello” para estudios de teoría
gramatical y filología romántica.
Profesor de español y literatura hispanoamericana en la Escuela de
Bibliotecología y Archivología de la Facultad de Humanidades y Educación de la
Universidad Central; miembro de los institutos de Arte y de Antropología e
Historia, y Director de la Sección de Etnología del Instituto de Estudios
Hispanoamericanos. Autor de varias
publicaciones que lo destacaron como universitario e investigador realizado en
las disciplinas científicas de la Etnología y Filología Moderna.
Desde
1968 su nombre quedó definitivamente incorporado a la historia de la lengua de
un pueblo, de una cultura: el bello incario, el único imperio que hubo en
América indígena, pues en México y Guatemala, a decir de Osuna, no los hubo
nunca. Los aztecas fueron solamente una confederación de tres ciudades, y los
Maya ciudades - estados autónomos. Esto lo explica detalladamente en su trabajo
inédito “La idea regía en las altas culturas prehispánicas”, en su libro “Introducción
a la Lírica Prehispánica quechua y náhuatl” (libro de lectura obligatoria en
todos los liceos peruanos) y en su tesis doctoral “Himnario incaico de
Cristóbal de Molina, el cusqueño”,
publicado en la hermana República.
Peonía es la primera novela que se escribió
en Venezuela. Hasta ahora
oficialmente no se sabe de otra. La escribió en 1890 Manuel Vicente Romero
García a manera de replica a la novela “María” del escritor colombiano Jorge
Isaac.
Pues
bien, el primer trabajo de ascenso de Rafael Osuna en la Universidad Central
fue sobre esta novela “Elaboración de Peonía dentro del Costumbrismo”, el cual
ganó el primer premio del III concurso de ensayos de la Facultad de Humanidades
de la Universidad del Zulia en 1964. Este trabajo realizado por él a los 19
años resultó lamentable objeto de un plagio. Se trata de una crítica
estructuralista, mucho antes de que en Venezuela se divulgara el
estructuralismo como metodología en el ámbito literario, Osuna llegó a él por
convicción propia y es el mismo método que utiliza en sus análisis
epistemológicos.
Escrito en 1964 para ascender a profesor
asociado, Introducción a la Lírica
prehispánica quechua y náhuatl “describe
como preámbulo al estudio de las escrituras líricas prehispánicas, algunos
hechos externos adecuados a su comprensión cultura”, hechos que conciernen sólo
a la poesía quechua y náhuatl por la razón de que de ninguna otra lengua se
conocen textos anteriores a la conquista, no obstante subraya el autor la
abundancia de textos de náhuatl en comparación con el quechua.
Himnario incaico de Cristóbal de Molina, “El
Cuzqueño” es un estudio filológico de Rafael Osuna acogido y publicado en Lima,
1985. Versa sobre un aspecto de la floración literaria de la lengua quechua en
el momento de su mayor esplendor que realzó a los finales del siglo XV.
Osuna
propone una nueva versión por sobre las interpretaciones que filólogos como José Farfán, Juan Rozas y
Jesús Lara han hecho de estos himnos, once textos religiosos quechuas en total,
recogidos por el padre Molina en su Relación de las Fábulas y ritos de los
Inca.
En este libro inédito del autor sostiene que
no hubo idea regia en Centroamérica ni México, sólo en el Imperio Incaico. El de los Inca si es un verdadero imperio que
se extendía del centro de Colombia hasta el Centro de Chile.
Otro que dejó inédito Osuna es un libro evaluativo y crítico de la
léxico – estadístico estadounidense que no es otra cosa que una metodología
propuestas por varios lingüistas estadounidenses para convertir la comparación
de los léxicos con uno básico de 200 palabras que no sean culturales sino las
comunes utilizables por todo el mundo como agua
y comer, por ejemplo, en lenguas emparentadas para rehacer la historia de
esa lengua. Ningún filólogo quiso aceptarlo porque se pierde de vista con el
léxico estadístico la permanencia de cambios lingüísticos a través de
generaciones. Total que es a criterio suyo “un disparate esa metodología”. Ha
sido rebatida por muchos lingüistas estadounidenses, alemanes, franceses y en
Venezuela por el propio Osuna que era el único que se ocupaba de eso.
Ese léxico estadístico fue
aceptado de manera total en México y el doctor Osuna
no entendía porqué.
Los
mexicanos- decía – son muy presumidos, altamente presumidos en asuntos de
lingüística y de lexicología. No aceptan que nadie se meta en sus asuntos.
El doctor Rafael Osuna cuando lo entrevistamos, poco antes de morir,
escribía sobre América otro libro de interés. Para terminarlo sólo necesitaba
de dos documentos aduanales de la Liga Hanseática. Porque la Liga Hanseática se
fundó entre varios puertos alemanes para combatir el contrabando de Bacalao de
Terranova a Noruega y Alemania y en el antiguo Irlandés, su lengua original,
Erico El Rojo y otros vikingos demostraron el conocimiento que tenían de esa
tierra. Existen mapas antiguos donde aparecen muy bien dibujadas. Se trata de
la primera visión de América antes de Cristóbal Colón. Ellos sabían de la existencia de América. Lo
que pasa es que la concepción
geográfica de esa época suponía a Groenlandia como una prolongación del Ártico.
La plataforma del Ártico pensaban ellos que se prolongaba hasta Groenlandia.
Había conocimiento de la existencia de América y Cristóbal Colón sabía.
-¿Qué interés tenía Colón en ocultar que había llegado a un nuevo
continente?
-Bueno, Cristóbal Colón era ante
todo un comerciante y a él no le convenía mucho que
Castilla lo supiera. La vida de Colón está llena de misterios. Era él un hombre muy vivo.
Para
terminar esta larga conversación
con el visitante, dejó abierta la posibilidad de retornar a Ciudad Bolívar para
dejar entre los bolivarenses algo de lo que él dominaba como, por ejemplo, Del
big – bang al homo sapiens o la nueva historia de Adán y Eva; Introducción a la
filología indogermánica; Introducción a la Lírica Prehispánica, entre otros;
pero no tuvo tiempo, murió en Caracas al poco tiempo de visitar por última vez
la ciudad que lo conoció estudiante en los años treinta.
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